sábado, 11 de febrero de 2012

Nepal, tierra de Oriente











Nepal, es una alfombra mágica, entusiasma al viajero con sus tortuosas y desgastadas calles, flanqueadas por irregulares pagodas de múltiples techumbres, esculturas de piedra, ruedas de oración giratorias, los rollos de pergamino y sus alfombras tibetanas.
Caminando por las calles puedes oír cánticos, himnos tántricos y música popular producidos, bien por el sonido de un saringhi de cuatro cuerdas, bien por las lastimeras notas de una flauta. Los músicos, o gaines, comparten veladas de canto y relaciones sociales, y los habitantes de la zona del valle de Katmandú y de las regiones de Bhaktapur se divierten con bailes clásicos y danzas en trance representadas con máscaras.
La religión es el alma del nuestro pueblo. Aunque oficialmente Nepal es un país hindú, en la práctica la nación presenta un sincretismo de creencias hindúes y budistas a las que se añade un panteón de divinidades tántricas.
El folclore es parte integral de la sociedad nepalesa. La rica tradición oral sirve para explicar el sistema de vida, la cultura y las creencias locales, basándose en cuentos contados de boca en boca acerca de amor, guerra, afectos, fantasmas y demonios. Muchas de estas historias son representadas en danzas y canciones.